Pedro da Cruz
Los comienzos
La actividad creativa de Nelson Ramos (1932-2006) se desarrolló de forma paralela con una intensa labor pedagógica, la que resultó en la formación de un importante número de creadores reconocidos en el ámbito del arte uruguayo contemporáneo. Nacido en Dolores, en el departamento de Soriano, Ramos se traslada luego, con su familia, en Juan Lacaze, donde el padre ejerció la profesión de ayudante de arquitecto. En 1951, con diecinueve años, el artista se radicó en Montevideo e ingresó en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Allí fue alumno de, entre otros calificados profesores, Miguel Ángel Pareja, Felipe Seade y Vicente Martín.
En el año 1953 se unió a sus colegas Yamandú Aldama, Raúl Catellani, Bolívar Gaudín, Pascual Gríppoli, Silvestre Peciar, Rodríguez Arnay y Glauco Teliz para formar el grupo La Cantera, un nombre elegido como referencia a las canteras del ferrocarril de Las Piedras, lugar que frecuentaban por se lugar de residencia de Pareja. Como sede de esta formación alquilaron un sótano en la calle Gonzalo Ramírez esquina Yaro.
Vertical con verde, 1976
Poco tiempo después, en 1959, Ramos recibió una beca del gobierno brasileño para estudiar durante seis meses técnicas de grabado con los artistas Iberê Camargo y Johnny Friedlaender en Río de Janeiro. Luego se trasladó a San Pablo, donde trabajó durante un par de años en la sección de diseño de una industria textil. Simultáneamente colaboró como ilustrador en los diarios O Estado de São Paulo y Diario de São Paulo. El trabajo como diseñador de textiles era muy bien remunerado, pero Ramos sentía que un artista debía ser activo en el lugar al que pertenecía por nacimiento y formación, por lo que decidió regresar a Uruguay.
El dibujo
A comienzos de los años ’60 comenzó su reconocimiento con premios y becas que le permitieron desarrollar su actividad artística. En 1961 recibió el Gran Premio en la Primer Bienalde Jóvenes Pintores. En 1962, gracias a una beca otorgada por el Ministerio de Educación y Cultura, emprendió un viaje de estudios que lo llevaría a Europa, donde recorrió España, Francia e Italia. Al año siguiente representó a Uruguay en la Bienal de San Pablo. En 1964 recibió el Premio de Dibujo en la exposición “Arte Actual de América y España” en Madrid.
En esa época, y hasta 1967, su actividad estuvo centrada en el dibujo, en un ambiente artístico en el que esa disciplina era considerada un arte menor. Ramos fue incluso el primer artista que realizó muestras individuales sólo con dibujos, mostrándolos como obras independientes en sí mismas. Hacia 1963 su trazo se volcó hacia el expresionismo y en 1964 ganó el Premio Blanes con dibujos de gran formato. Dentro de los proyectos de este período, ejecutados con crayola pastosa, cabe destacar El grito americano (1964), con cráneos que surgen de masas oscuras compuestas por trazos expresivos, una temática que Ramos retomaría en obras de años posteriores. Los dibujos que realizó ya avanzada la década muestran un lenguaje informalista expresado por medio de un marcado grafismo gestual. Esta temprana trayectoria hace que se lo considere un pionero para aquellos artistas que entre los años ’60 y ’70 hicieron del dibujo su principal medio de expresión, y a los cuales la crítica María Luisa Torrens enmarcó dentro del movimiento denominado “El Dibujazo”.
En 1967 Ramos comenzó su actividad como profesor de dibujo y pintura enla Escuelade Artes Aplicadas, actividad con la que continuó hasta 1977. En 1971 había iniciado, paralelamente, una larga y fecunda labor pedagógica con la creación del Centro de Expresión Artística (CEA), al que concurrieron gran número de alumnos que luego siguieron sus propios caminos creativos. Entre los muchos artistas que se vinculan a esta experiencia didáctica se puede mencionar a Claudia Anselmi, Carlos Barea, Diego Donner, Florencia Flanagan, Andrea Finkelstein, Daniel Gallo, Roberto Gilmet, Gerardo Goldwasser, Pilar González, Inés Olmedo, Ricardo Pascale, Abel Rezzano y Blanca Villamil.
Claraboyas, 1990
Objetos e instalaciones
Entre 1967 y 1969 la obra de Ramos se vuelca hacia la composición de conjuntos construidos con elementos “encontrados” en el entorno urbano. Luego de pintar los objetos de negro, se organizaban en una composición que era recorrida, “cortada”, por una línea blanca regular. En este período, las piezas iban tomando carácter de instalación, ya que ocupaban lugar en el espacio. Una de las más conocidas obras de esta nueva etapa es Naturaleza muerta (1967), que consiste en una mesa con botellas, un vaso y platos con frutas. Junto a la mesa se ven dos sillas y una olla, mientras que sobre la mesa se ubica una repisa adherida a la pared. Todo el conjunto, montado sobre una tarima, es recorrido por una línea blanca vertical que se desliza por la pared, la repisa, la mesa, algunos de los objetos y una de las sillas. De características similares, otro conjunto compositivo muestra una mesa y dos sillas, una de ellas volteada, con fichas de juego desparramadas sobre la mesa y la tarima que soporta la instalación. Todo el grupo está pintado de negro, menos las fichas. Sobre la mesa se ve una lámpara con pantalla de metal, la que es intervenida por una línea blanca que también atraviesa el resto de la obra. Estas creaciones tienen cierta relación con el arte conceptual, ya que el color uniforme y la presencia de la línea regular que pasa sobre los objetos no apuntan a una reconstrucción realista de la materialidad representada, sino que toman distancia de ésta y se acercan al mundo de las ideas.
Pinturas blancas y “cajas”
En los años ’70 el trabajo del maestro se concentra en una serie de pinturas blancas prácticamente monocromas en las que el principal elemento era un delgado espacio vertical que funcionaba como una línea divisoria del espacio pictórico. Es en ese estrecho espacio que el artista eligió aplicar los únicos toques de color presentes en las obras. Amarillos o verdes, que luego cubría parcialmente con blanco, como en Camisa (1975), Vertical (1975), Vertical con verde (1976).
En 1978 empezó a explorar la ruptura del plano dentro del espacio del cuadro. En la serie Los reversibles, ya con obras tridimensionales, utilizó gruesos marcos dentro de los que construyó, con piezas de madera ubicadas vertical y horizontalmente, lo que puede ser visto como una referencia (consciente o inconsciente) a las estructuras de las obras del universalismo constructivo de Torres García. Dentro de los campos que delimitaba la estructura, Ramos ubicó elementos verticales en una disposición que semeja la de los cuadros almacenados en un estante del taller de un pintor.
En 1981 Ramos fue contratado por el Collage of Art and Design de Minneapolis, Estados Unidos, donde dictó cursos de dibujo y pintura, dando también conferencias en varias universidades de Minneapolis y otras ciudades de la región, como Saint Paul y Northfield.
A principios de los ’80 la volumetría ganó lugar frente a la línea, en la invención de “cajas” con elementos muy variados: papeles de distinto tipo, hilos, delgadas cañas, maderas, cartones. Un tipo de trabajo tridimensional con figuras recortadas distribuidas en campos delimitados por la estructura de la obra, en lo que podemos considerar otra posible referencia al arte de Torres García. Comenzó realizando cajas como Las tres Marías (1980). Poco después, en 1982, inició el trabajo con la serie Pandorgas, claraboyas y tarascas, con temas que recuerdan la niñez del artista: las tarascas (pequeñas cometas hechas con papel de estraza y cañas finitas, remontadas con hilo de coser, por lo que no se pueden recoger y volver a remontar), las cometas, y las claraboyas de las casas de los barrios montevideanos. Simultáneamente realizó cajas con otros temas. Mundo triste (1986) está compuesta por una serie de personajes ubicados en los espacios de una estructura armada con maderas delgadas, o palitos, cuyas vestimentas están realizadas con papeles y cartones marrones, que dan cuenta en la continuidad en el trabajo monocromo que interesaba por el momento al artista. En Latinoamérica (1988) el plano de la obra está dividido en dos: una parte superior, de mayor tamaño, en la que se superponen formas de papel que semejan velas de barco y cometas, unidas por hilos a la parte inferior, un tipo de friso en el que se alinean personajes que están realizando distintas tareas.
Durante los años ’90 continuó trabajando el tema de las claraboyas. Claraboyas (1990) muestra una estructura ortogonal en una mirada “desde abajo”, como si el espectador estuviera en un patio mirando hacia arriba, un recurso similar al usado en Claraboyas palermitanas (1993), aunque en este caso la estructura está organizada en diagonales.
Tunatiuh, 1991
Horrores de la Conquista
El interés del artista por la realidad latinoamericana, adelanta el motivo común a otra serie de cajas que Ramos realizó a partir de 1989, con temas relacionados a la Conquistade América, en la que muestra una visión crítica, de protesta, contra todos los desmanes realizados por los conquistadores contra la población aborigen. Invasores (1991) muestra en la parte superior un friso de arqueros indígenas, bajo los que se ven los soldados españoles arremetiendo a caballo. El papel de la Iglesia Católica como parte del proceso de dominación, está representado por un cura que sostiene un crucifijo dentro de una iglesia. Humillación (1990) muestra a los indígenas realizando distintos trabajos pesados, mientras que en la parte inferior se ven cráneos y una hilera de esqueletos, figuras que también forman parte de Colonización (1989), Cholula (1990) y Ellos aún nos miran (1991). En Tunatiuh (1991) casi todo el espacio de la obra está cubierto de decenas de esqueletos ubicados de distintas formas, en una profusión desordenada, en los pequeños espacios cuadrados de la estructura.
Ramos representó a Uruguay en varios eventos internacionales. En 1985 estuvo presente una vez más en la Bienal de San Pablo. En 1991 participó en la IV Bienal de La Habana, y un año más tarde fue artista residente en el Massachussets Collage of Art de Boston, Estados Unidos. En 1996 recibió, junto a María Freire y Manuel Pailós, el Premio Figari, otorgado por el Banco Central del Uruguay en reconocimiento de la trayectoria artística. Ese mismo año ganó también el Premio Fraternidad, que le permitió viajar a Israel, Turquía y varios países europeos, donde tuvo contacto con gran número de artistas e instituciones. En 1997 representó a Uruguay en la XLVII Bienal de Venecia.
Objetos inútiles y “papeles chinos”
A mediados de los ’90 Ramos comenzó a realizar una serie de objetos compuestos con formas que reproducen herramientas, pero que en realidad son inútiles. Una especie de ironía, de juego entre la referencia a la actividad manual y la falta de aplicación práctica de los extraños instrumentos de trabajo. Con diversos materiales, madera en primer lugar, creó por ejemplo Máquina capadora, un serrucho con el agregado de una gran bolsa en su parte inferior. Otros de los objetos de la serie son Gran soplador II (1996), una suerte de gran pantalla de borde redondo con la que abanicarse, y El dedo (1997), compuesto por una forma negra alargada que sale de una pieza circular.
Durante la década siguiente, ya en los últimos años de su carrera, Ramos volvió a trabajar con papel. En los llamados “papeles chinos” pegó muy finas capas de este material, en una técnica que lograba conferirle al conjunto una cierta corporeidad. En este caso el papel no fue soporte de dibujos, sino el protagonista principal, sobre el cual, y volviendo al motivo de la línea vertical que cortaba el plano de sus pinturas de los años ’70, realizó rasgados que dejaban entrever un espacio detrás de la superficie. Correspondiendo a esta etapa de investigación tenemos trabajos como Cicatriz y Gran vertical, ambas de 2004. A otras de las obras les incorporó pequeños elementos que aparecen detrás de la superficie en los espacios creados por rasgaduras y cortes. Estas obras ya no son sólo blancas o marrones, los colores de los papeles, sino que los elementos incorporados eran negros o, ya con la presencia de color, rojos. Es el caso de varias piezas realizadas en 2004: Vertical con rojo, Fructificador y Domingo 7 de noviembre de 2004.
Nelson Ramos falleció en Montevideo en febrero de2006 a la edad de 73 años. Desde su primera exposición individual en 1956 enla Galería Arte Bella de Montevideo, y su primera participación en una exposición colectiva, en la mencionada I Bienal de Jóvenes Pintores en 1961, seguirían una larga serie de exposiciones individuales y colectivas, así como numerosos premios y becas, que lo convertirían en uno de los artistas uruguayos más reconocidos de su época.
La Pupila, No. 20, Diciembre 2011, Montevideo, Uruguay.